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BIENVENIDO

 

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo quien nos concedió el darle la bienvenida a este Ministerio “Camino del Mesías”, a causa de la verdad que permanece en nosotros y que estará con nosotros por la eternidad. La gracia, misericordia y paz del “único Dios Verdadero y de su enviado Jesucristo” (Jn. 17:3), sea con Usted y con nosotros en verdad y en amor.

Un ministerio en el cual Dios responde todas vuestras preguntas e inquietudes, mediante su Santa Palabra la Biblia, sin intervención de interpretación humana, solamente la Biblia, logrando así Dios confortar su alma con la paz mediante el Espíritu del Mesías el Hijo de Dios.

Es nuestro propósito llegar a vuestro corazón y hogar con este Evangelio integral recreando el caminar de nuestro Mesías hijo de Dios: Sanaba, Enseñaba,  Predicaba las Buenas Nuevas de Redención, Espiritualizando y reencausando hacia Dios a las personas que se acercaban a Él…

APRECIADO VISITANTE

 

Nos sentimos instados a empeñarnos a dar el último mensaje de amonestación al mundo. No porque nos consideremos superiores a los demás , sino que aquellos por quienes trabajemos vean que somos tan frágiles y débiles y sujetos a errores como ellos mismos y así adopten la verdad, mediante la preparación individual de cada uno de nosotros porque seguimos, la orden de Dios:  “¡Apártense! ¡Apártense! ¡Salgan de allí! No toquen cosa inmunda. ¡Salgan de en medio de ella! Purifíquense los que portan los utensilios de Yahweh”  (Isa. 52:11)  y Pablo encarga a Timoteo “Ten cuidado de ti mismo y de la Doctrina” (1º Tim. 4:16).

Tenemos en claro que la obra debe principiar con nosotros los obreros, que debemos estar unidos con el Mesías como el sarmiento está unido a la vid, “Yo soy la vid, dijo Jesús vosotros los pámpanos” (Juan 15:5) , esto representa la relación más íntima posible que se pueda lograr, cuando estamos unidos con “Emanuel” (Dios con nosotros)  (Mat. 1:23) ; porque bien dice el Mesías: “Sin mi nada podéis hacer”  (Juan 15:5).

Queremos estar verdaderamente unidos con usted envueltos en la atmósfera  del amor que emana de Dios, porque la naturaleza de “Dios es amor” (1° Juan 4:8), siendo día a día transformados de gloria en gloria a la imagen de su Hijo Jesucristo.

Jesús oro pidiendo al Padre por nosotros: No intercedo solo por ellos, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos,  para que todos sean uno; como tú Padre mío eres en mí y yo en tí, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste”  (Juan 17:20-21).

El mensaje que tenemos es mundial y debe llegar a todas las naciones, muchedumbres, pueblos y lenguas,

El Mesías nos ha elegido del mundo, para serle un pueblo peculiar y santo: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia” (1º Ped. 2:9-10). “Él se dio a si mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y limpiar para si un pueblo propio, celoso de buena obras” (Tito 2:14).

Como obreros de Dios debemos ser hombres y mujeres de oración, diligentes estudiantes de su Santa Escritura, que tengamos siempre hambre y sed de justicia, a fin de que seamos una luz y fuerza para otros. Nuestro Dios es un Dios celoso y requiere que obremos y le adoremos en Espíritu y en verdad, en la hermosura de Su santidad.

NOSOTROS

Ante la confusión de tantas Iglesias y congregaciones nos preguntan quiénes somos: “Por eso, investidos misericordiosamente del ministerio apostólico, no nos desanimamos y nunca hemos callado nada por vergüenza, ni hemos procedido con astucia o falsificando la Palabra de Dios. Por el contrario, manifestando abiertamente la verdad, nos recomendamos a nosotros mismos, delante de Dios, frente a toda conciencia humana. Si nuestro Evangelio todavía resulta impenetrable, lo es sólo para aquellos que se pierden, para los incrédulos, a quienes el dios de este mundo les ha enceguecido el entendimiento, a fin de que no vean resplandecer el Evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús, el Señor, y nosotros no somos más que servidores de ustedes por amor de Jesús. Porque el mismo Dios que dijo: «Brille la luz en medio de las tinieblas», es el que hizo brillar su luz en nuestros corazones para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios, reflejada en el rostro de Cristo.”

2 Corintios, 4:1-6, caminodelmesias.com.ar

Radio Pro Salud F. M. 105.5, 105.9 Paz

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